Hace ya varios años que se percibe alrededor del mundo un resurgimiento del estilo retro en el surf. No solo entre principiantes y veteranos, también entre surfistas de buen nivel. Este movimiento arrancó de manera espontánea; sin el empujón del marketing y la moda. Hay una razón sensible detrás de esto.
El reflote de la onda retro está relacionado con la intención de volver a las raíces del surf: a esa época en la cual todos surfeaban fluyendo por la ola, sin el menor trazo de agresividad. La práctica del surf se vivía y se veía de otra manera. La magia y el espíritu aún estaban impolutos.
Como suele suceder en mundo de la música, surgen corporaciones que rápidamente dominan el terreno; comercializándolo todo al máximo para aumentar las ganancias y, lo que en un principio surgió como algo espontáneo, genuino y mágico, se vuelve masivo, forzado, comercial. Esto pasa también en el surf. Es inevitable. Grandes marcas, mandan a hacer toda su producción a China o cargan sus medidas en una computadora para que el brazo robótico haga lo suyo. Lo especial que podía tener encargar una tabla personalizada, que se hacía desde el alma de otro surfista (el shaper), se desvanece. Estamos en plena era de lo masivo, justamente contrario a lo individual, lo artesanal, lo mágico.
La persona que pone las manos en el foam pone su espíritu; nos entiende como nadie porque él también sabe lo que es deslizarse en el agua, viendo un atardecer o pisando fuerte para una maniobra radical. ¿Qué puede saber de eso una máquina?
En este último tiempo las tablas retro ganaron la atención y el aprecio de muchos surfistas. Aunque parezca que es una moda, esto viene de hace rato. Será por eso que decíamos al principio de esta nota: lo retro implica la forma de ver el deporte de otra manera; con los ojos de otra época; más rústico pero más silvestre.
De hecho, el mayor icono en la fabricación de tablas fish no para, hace años, de tener pedidos. Hablamos de Skip Frye; un verdadero emblema de la cultura surfera mundial. Por sus cuidados en los detalles y su dedicación exclusiva al trabajo manual hace que sea respetado por todos y querido por la mayoría. Esta es la paradoja de Skip. Es lo mejor de él y que lo hace un ídolo: el hecho de ser tan solicitado no cambia su forma de trabajo basada en lo único y artístico. No le interesa la onda comercial ni la masividad.
Frye es valorado por haber tomado el camino de lo artesanal, exclusivo y místico. Se especializó toda su vida en un tipo de tablas e hizo historia.
A pesar de tener pedidos desde diferentes puntos del planeta -su lista de espera llega hasta los 8 meses- Skip conserva su humildad y su ritmo tradicional de trabajo. Representa un ejemplo más de que debemos dedicarnos a lo que amamos; porque lo haremos con dedicación y no nos significará un esfuerzo. Y esto se notará en nuestras producciones. Así, estamos condenados al éxito inminente.
Skip inició su carrera como surfista profesional en 1958. Su primera tabla fue shapeada en madera balsa por Mike Diffenderfer. En 1968, ganó el U.S. Invitational at Oceanside.
Comenzó a shapear en 1963. Y pronto se fascinó con las sutilezas de las quillas. Hoy confiesa que es un obsesivo de las quillas porque pueden convertir una tabla regular en una muy buena. Fue uno de los primeros en experimentar reduciendo el tamaño de las enormes quillas antiguas.
En los ‘70s los longboards desaparecieron de un día para el otro. Skip fue con la corriente desarrollando sus modelos egg y más tarde las fish (en las que se especializó y es el mejor). Estos fueron años difíciles para él. Luego de su divorcio, tuvo un período de lucha personal intensa. Se había vuelto un ser encerrado en sí mismo; aislado y marginal. A tal punto llegó su penuria, que muchas veces no tenía el dinero suficiente para costear los logos que aplicaba en sus tablas; por lo cual, tenía que dibujarlos a mano con lápiz. Se la llamó su época de ghetto. Durante este período era común que shapeara por un pack de cervezas y un poco de faso. Sin embargo, aunque las circunstancias fueran duras, su buena esencia quiso que se aferrara a su pasión por el deporte.
Él mismo dice que nunca se sintió tan entusiasmado con el surf como a principios de los ’90 cuando resurgió la onda de los longboards. Era un placer para él bajar con su tablón y sentirse como un gran pez en el agua.
Durante esa década un evento fortuito cambió su vida para siempre. Este suceso derivó en un renovado sentimiento de fe y profundo cambio personal. Luego de un alejamiento de Estados Unidos, volvió, se casó y se convirtió en un devoto cristiano.
En el 2008 cumplió 50 años como surfista y eso ya es un gran logro. Pero ya había tenido oportunidad de batir su propio record durante el invierno del 2000: surfeó 12 picos en una sola salida. Un record formidable para cualquiera, y más aún para un bisabuelo.
Por estos días Skip shapea en su taller de San Diego. El desvelo por los detalles le origina una gran demanda; ya dijimos lo de las listas de espera. Pero él no tiene tanto apuro como esmero a la hora de cumplir con un cliente. La idea es que quien se lleva una tabla “Frye” se quede maravillado por la excelencia de su trabajo y sabe que, con esa fish, se está comprando un pedazo de historia surfera. Así, ese cliente, no sólo será fiel, sino que sus amigos y hasta sus hijos serán acérrimos adeptos de las tablas Frye. Ya son dos las generaciones que mueren por una fish shapeada por Skip. Sus creaciones se han convertido en tesoros para coleccionistas. Su marca está representada por el dibujo de dos alas abiertas. Representan un símbolo indiscutible de muchas cuestiones filosóficas y elecciones de modos de vivir que cada apasionado por el surf sabe y trata, en mayor o menor medida, de poner en práctica. Las alas de Frye dicen mucho acerca de lo que debería ser este deporte.
Skip continúa dedicándose con pasión a coleccionar y fabricar tablas; en especial su modelo fish de dos quillas. Sostiene que es su deber “pasar el legado del surf. Pero aun hay mucho que hacer, mucho trabajo por delante, especialmente con respecto a las quillas.”
Esta es la vida de un apasionado. Al contrario de la mayoría, no le interesa abarcar todos los públicos que pueda. Se especializó en algo y eso lo convierte en una figura de culto.
El reflote de la onda retro está relacionado con la intención de volver a las raíces del surf: a esa época en la cual todos surfeaban fluyendo por la ola, sin el menor trazo de agresividad. La práctica del surf se vivía y se veía de otra manera. La magia y el espíritu aún estaban impolutos.
Como suele suceder en mundo de la música, surgen corporaciones que rápidamente dominan el terreno; comercializándolo todo al máximo para aumentar las ganancias y, lo que en un principio surgió como algo espontáneo, genuino y mágico, se vuelve masivo, forzado, comercial. Esto pasa también en el surf. Es inevitable. Grandes marcas, mandan a hacer toda su producción a China o cargan sus medidas en una computadora para que el brazo robótico haga lo suyo. Lo especial que podía tener encargar una tabla personalizada, que se hacía desde el alma de otro surfista (el shaper), se desvanece. Estamos en plena era de lo masivo, justamente contrario a lo individual, lo artesanal, lo mágico.
La persona que pone las manos en el foam pone su espíritu; nos entiende como nadie porque él también sabe lo que es deslizarse en el agua, viendo un atardecer o pisando fuerte para una maniobra radical. ¿Qué puede saber de eso una máquina?
En este último tiempo las tablas retro ganaron la atención y el aprecio de muchos surfistas. Aunque parezca que es una moda, esto viene de hace rato. Será por eso que decíamos al principio de esta nota: lo retro implica la forma de ver el deporte de otra manera; con los ojos de otra época; más rústico pero más silvestre.
De hecho, el mayor icono en la fabricación de tablas fish no para, hace años, de tener pedidos. Hablamos de Skip Frye; un verdadero emblema de la cultura surfera mundial. Por sus cuidados en los detalles y su dedicación exclusiva al trabajo manual hace que sea respetado por todos y querido por la mayoría. Esta es la paradoja de Skip. Es lo mejor de él y que lo hace un ídolo: el hecho de ser tan solicitado no cambia su forma de trabajo basada en lo único y artístico. No le interesa la onda comercial ni la masividad.
Frye es valorado por haber tomado el camino de lo artesanal, exclusivo y místico. Se especializó toda su vida en un tipo de tablas e hizo historia.
A pesar de tener pedidos desde diferentes puntos del planeta -su lista de espera llega hasta los 8 meses- Skip conserva su humildad y su ritmo tradicional de trabajo. Representa un ejemplo más de que debemos dedicarnos a lo que amamos; porque lo haremos con dedicación y no nos significará un esfuerzo. Y esto se notará en nuestras producciones. Así, estamos condenados al éxito inminente.
Skip inició su carrera como surfista profesional en 1958. Su primera tabla fue shapeada en madera balsa por Mike Diffenderfer. En 1968, ganó el U.S. Invitational at Oceanside.
Comenzó a shapear en 1963. Y pronto se fascinó con las sutilezas de las quillas. Hoy confiesa que es un obsesivo de las quillas porque pueden convertir una tabla regular en una muy buena. Fue uno de los primeros en experimentar reduciendo el tamaño de las enormes quillas antiguas.
En los ‘70s los longboards desaparecieron de un día para el otro. Skip fue con la corriente desarrollando sus modelos egg y más tarde las fish (en las que se especializó y es el mejor). Estos fueron años difíciles para él. Luego de su divorcio, tuvo un período de lucha personal intensa. Se había vuelto un ser encerrado en sí mismo; aislado y marginal. A tal punto llegó su penuria, que muchas veces no tenía el dinero suficiente para costear los logos que aplicaba en sus tablas; por lo cual, tenía que dibujarlos a mano con lápiz. Se la llamó su época de ghetto. Durante este período era común que shapeara por un pack de cervezas y un poco de faso. Sin embargo, aunque las circunstancias fueran duras, su buena esencia quiso que se aferrara a su pasión por el deporte.
Él mismo dice que nunca se sintió tan entusiasmado con el surf como a principios de los ’90 cuando resurgió la onda de los longboards. Era un placer para él bajar con su tablón y sentirse como un gran pez en el agua.
Durante esa década un evento fortuito cambió su vida para siempre. Este suceso derivó en un renovado sentimiento de fe y profundo cambio personal. Luego de un alejamiento de Estados Unidos, volvió, se casó y se convirtió en un devoto cristiano.
En el 2008 cumplió 50 años como surfista y eso ya es un gran logro. Pero ya había tenido oportunidad de batir su propio record durante el invierno del 2000: surfeó 12 picos en una sola salida. Un record formidable para cualquiera, y más aún para un bisabuelo.
Por estos días Skip shapea en su taller de San Diego. El desvelo por los detalles le origina una gran demanda; ya dijimos lo de las listas de espera. Pero él no tiene tanto apuro como esmero a la hora de cumplir con un cliente. La idea es que quien se lleva una tabla “Frye” se quede maravillado por la excelencia de su trabajo y sabe que, con esa fish, se está comprando un pedazo de historia surfera. Así, ese cliente, no sólo será fiel, sino que sus amigos y hasta sus hijos serán acérrimos adeptos de las tablas Frye. Ya son dos las generaciones que mueren por una fish shapeada por Skip. Sus creaciones se han convertido en tesoros para coleccionistas. Su marca está representada por el dibujo de dos alas abiertas. Representan un símbolo indiscutible de muchas cuestiones filosóficas y elecciones de modos de vivir que cada apasionado por el surf sabe y trata, en mayor o menor medida, de poner en práctica. Las alas de Frye dicen mucho acerca de lo que debería ser este deporte.
Skip continúa dedicándose con pasión a coleccionar y fabricar tablas; en especial su modelo fish de dos quillas. Sostiene que es su deber “pasar el legado del surf. Pero aun hay mucho que hacer, mucho trabajo por delante, especialmente con respecto a las quillas.”
Esta es la vida de un apasionado. Al contrario de la mayoría, no le interesa abarcar todos los públicos que pueda. Se especializó en algo y eso lo convierte en una figura de culto.